PRINCIPIOS PARA GUIAR NUESTRA LABOR EDUCATIVA EN ÉSTE SIGLO



En ésta última década han surgido muchos autores, intelectuales e investigadores, a nivel interdisciplinar, quienes se han avocado a la tarea de profundizar en el tema de la educación, ya que es la clave para el avance y desarrollo de la humanidad. 

Profesionales tales como los Doctores John Medina y Thad Polk, quienes han investigado sobre la evolución y funcionamiento del cerebro humano,   y expertos en educación como los Doctores Tony Wagner, John Couch, y Saundra McGuire, son una representación del grupo de profesionales que han integrado las áreas científicas, educativas y tecnológicas, analizándolas de manera transversal a la luz del contexto social en que vivimos.

Con base a algunos de sus escritos y ponencias me permitiré resumir según mi opinión, los puntos principales en torno a los cuales giran sus propuestas,  y que a su vez no distan de lo que en el pasado especialistas en las áreas de la psicología y la educación  como Jean Piaget, Vigotsky y María Montessori, ya  habían comentado.


Primeramente, si bien es cierto todos tenemos un cerebro, pero cada cerebro es diferente, con la capacidad para aprender y un potencial que desarrollar. Las neurociencias nos han permitido echar por tierra premisas que nos llevaban a creer que algunas mentes eran superiores a otras y que no todos teníamos el potencial para surgir.  Esto respalda la tendencia de fomentar una educación más personalizada, enfocada en que cada individuo evolucione a su propio ritmo. No todos aprendemos igual, tenemos deferentes ritmos de aprendizaje que deben ser aceptados y respetados. No toda diferencia representa un trastorno.


Segundo, el medio ambiente y las experiencias vividas determina en gran medida nuestra conducta y el desarrollo de nuestras aptitudes y competencias.  Entre más estimulante el entorno en que somos criados, mas oportunidades tendremos para explotar el potencial con que nacimos. Y el docente, al ser parte del entorno del alumno, también se convierte en una fuente de la cual éste se nutre. Sus conductas, actitudes y hábitos son fácilmente asimiladas por los estudiantes, es por ello que cada vez mas debe esforzarse por ser un buen modelo para ellos.

En tercer lugar, aprender es construir. Neurologicamente se ha podido corroborar lo que los propulsores del constructivismo como Piaget, Maria Montessori y otros,  años atrás hablaban sobre al fundamento del aprendizaje: se aprende haciendo. Es por ello que el aula de clases debe ser un generador de nuevas experiencias. Ya no el modelo pasivo, donde los alumnos básicamente reciben información, sino un espacio activo, donde los alumnos interactúan, descubren, crean.

Cuarto: existe una brecha generacional mucho más amplia entre docentes y alumnos que hace 20 años atrás, por lo que los educadores de hoy (inmigrantes digitales), experimentan dificultad para identificarse con sus alumnos (nativos digitales). Actualmente estamos educando a una población con experiencias y costumbres con las cuales nosotros los educadores no nos identificamos tan fácilmente, pues venimos de un trasfondo muy diferente. Nos toca aprender, adaptarnos y cambiar.

Quinto: nos exponemos a un mundo muy cambiante que demanda de sus nuevos profesionales competencias tales como:  la capacidad de identificar problemas, tanto locales como de relevancia mundial, y proponer soluciones. Trabajar en equipo y colaborar a nivel global. Analizar, razonar y generar nuevas ideas. Capaces de adaptarse con efectividad a los cambios; tolerantes ante las diferencias y preferencias individuales e ideológicas. Tener la capacidad de expresarse con propiedad de forma oral y escrita. Diestros en el dominio de por lo menos tres idiomas y ser competentes tecnológicamente, al punto de poder crear a través del uso de las nuevas tecnologías.

En sexto lugar, las tecnologías aplicadas al campo educativo deben ser vistas mas que nada, como un complemento al proceso educativo; su utilización no debe ser considerado como un fin en sí mismo. Deben ser utilizadas con el propósito de que los alumnos exploren, descubran, colaboren, resuelvan problemas y creen. Representan un potenciador de las capacidades que ya se poseen, por lo que

deben ser elegidas por docentes conocedores de cuáles son las necesidades de su alumnado y cuáles las del entorno al cual van a ser expuestos una vez salgan del sistema educativo. Son una herramienta capaz de hacer más efectiva la labor docente, e igualmente transformar a los alumnos, por lo que han ser utilizadas por docentes calificados.


En séptimo lugar, la instrucción debe ser contextualizada. Como docentes debemos enfocarnos más que en enseñar contenidos, en ayudar a los alumnos a verlos dentro de nuestro contexto social. Los contenidos los encuentran sin nuestra ayuda en línea, pero para comprenderla y aplicarla podemos serles de utilidad. Para ello, necesitamos estar actualizados, estar al tanto del devenir social y mundial.

Con base a los principios antes descritos, autores han propuesto estrategias metodológicas como el Aprendizaje Basado en Proyectos (PBL), Aprendizaje Basado en Desafios (CBL), desarrollo del Pensamiento Computacional (Computational Thinking), Pensamiento de Diseño (Design Thinking) entre otros, con lo que se busca estimular y desarrollar las competencias cognitivas antes mencionadas.

Considero que como especialistas de la educación nos corresponde afinar nuestra visión y tener claridad hacia dónde debemos apuntar en ésta nueva década.   No nos dejemos confundir con tantos nombres, tantos métodos y estrategias. Si comprendemos los principios básicos y nos permitimos ser guiados por ellos, ayudaremos a nuestros alumnos a llegar a puerto seguro equipados con lo que necesitan para atravesar éste mar de retos, desafíos y oportunidades.


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